De los gritos y los cronómetros,
del exceso de perfume o maquillaje,
los besos huyen de las órdenes y la impaciencia,
de las noches que se vuelven tristes de pronto.
A veces se asustan del ajo,
como los vampiros, y de la cebolla;
del miedo se asustan casi siempre.
Los besos huyen
de las mentiras, de la repetición desmesurada,
de esos días en los que todo sale mal.
¡Ah!, y al contacto con los celos,
son retráctiles como cuernos de caracol.
cuando ven a una madrastra envidiosa,
a un perro gruñón o un murciélago rojo,
los besos se desvanecen
dejando en el aire un polvillo de mariposa.
Extraído del libro “Besos que fueron y no fueron”. Roger Olmos y David Aceituno. Editorial Lumen.
Una huída…
Sentí emoción….por ese beso deseado … soñado…..que se inspiró de su esencia …pude ver en mi interior esas mariposas…y lo viví….
Que hermosa imaginación…..
Que bonito relato!